take me away..............

Si hay dos sectores corporativos que tienen total impunidad en nuestra sociedad, esos son el de la medicina y por supuesto las compañías aéreas, ya sabemos a ciencia cierta que los errores médicos no existen y que cuando un enfermo se muere o queda inútil por una negligencia médica, la culpa es del paciente por ponerse enfermo.
El Tribunal Supremo ha ordenado indemnizar con 180.303 euros a la hija de una paciente del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, que murió días después de ser intervenida quirúrgicamente por deficiente asistencia sanitaria.
Ya sabemos cuanto vale la vida de una madre, pero aún no sabemos cuanto vale la dignidad de ciertos profesionales, lo escabroso del tema es la forma en la que el Ministerio de Sanidad ha intentado irse de rositas, el Supremo considera que debe ser la Administración la que pruebe que la perforación de intestino que sufrió la paciente y le causó la muerte, no era consecuencia de la intervención quirúrgica a la que la habían sometido, y no la víctima, como pretendía la administración sanitaria negligente.
Lo de las compañías aéreas ya es otro cantar, la desvergüenza, la prepotencia, el abuso en el trato y esa forma de operar al margen de la ley, hacen necesaria una normativa que proteja al viajero, en definitiva el cliente no tiene porque padecer ni sufrir las rabietas de esos empleados mimados y consentidos que utilizan el chantaje como forma de negociación.
El terrorismo laboral del incidente del aeropuerto del Prat ya es el colmo del abuso, dicho incidente ha ocasionado perjuicios, gastos además de haber causado daños irreparables, y no nos engañemos, no solo a los pasajeros del aeropuerto barcelonés, hubo muchos otros pasajeros afectados a lo largo de la geografía aeroportuaria nacional a los que no se les considera “afectados del Prat”.
Dentro de todo este esperpento al que ya nos tienen acostumbrados estos “estafadores con alas”, el incidente ocurrido el domingo pasado con un vuelo de Spanair que cubría la ruta Barcelona (El Prat) Santiago de Compostela y que por error terminó en Sevilla, es el colmo de los despropósitos, el mayor de los ridículos y un incidente que no debería quedar impune.
Lo mejor de todo esto son las explicaciones dadas por los responsables de la “aerobanda”, el vuelo era subrogado, es decir lo comercializa Spanair pero opera otra compañía en concreto la sueca Nordic Airways, por no tener Spanair suficiente flota, algo muy habitual por otra parte, ¿qué pasaría si alguien vendiera algo que no tiene, se consideraría una estafa? el diseñador del plan de vuelo se confundió en las siglas SCQ de Santiago por SVQ de Sevilla, hay que ver como se pone la gente por una letrita de nada. Lo peor y más llamativo de todo este incidente es que nadie se percató del error hasta que llegaron a Sevilla, ¿que pasa con los controladotes? ¿es normal que nadie verifique que un vuelo que tiene que dirigirse hacia el norte, toma camino del sur?
Las consecuencias de todo esto son 95 pasajeros dando vueltas por el espacio aéreo español, varias horas de retraso, pero Spanair tuvo un detalle con alguno, les facilitó un bono descuento para su próximo vuelo, la sorpresa está en el destino.Podemos deducir que estos errores tienen un elemento común, unos te envían a otra ciudad y paradójicamente, lo que es peor otros al otro “barrio”.